¿El helado del congelador sigue tentándolo? ¿No puede resistirse al recipiente más grande de palomitas de maíz cuando va al cine?
Hay fuerzas poderosas que usted no reconoce que podrían estar haciendo que se dé atracones, según un libro nuevo del ex comisionado de la FDA, David Kessler, MD. Los culpables son la grasa, la sal, el azúcar y la química cerebral.
Kessler no alcanza a llamar la pasión de los estadounidenses por los alimentos azucarados y grasosos una " ." Sin embargo, cree que hay similitudes entre lo que algunas personas llaman de abuso y por qué algunos de nosotros no podemos resistirnos a comer hasta el último pedacito frito en aceite abundante de un plato repleto de nachos sumergidos en queso.
Saber qué está guiando nuestro comportamiento de atracones es el primer paso para cambiarlo, dice.
"Para algunos, es el alcohol", asegura Kessler a WebMD. "Para otros, otras drogas. Para otros más, los juegos de azar. Y para muchos de nosotros, es la comida".
Kessler, pediatra especializado en Harvard y profesor de la facultad de medicina de la Universidad de California en San Francisco, comenzó a investigar lo que habría de convertirse en The End of Overeating (el final de los atracones) luego de ver a una mujer con hablar sobre hábitos alimenticios obsesivos en The Oprah Winfrey Show. Ya lo ha oído antes. El del propio Kessler ha estado en una montaña rusa con el correr de los años, lo que le ha dejado ropa de todas las tallas.
"Por buena parte de mi vida, el azúcar, la grasa y la sal han dominado notoriamente mi comportamiento", escribe.
Y así, un hombre que se enfrentó a las tabacaleras como líder de la FDA comenzó a investigar por qué no podía negarse a una galleta con trocitos de chocolate. Se dedicó por completo a estudios sobre preferencias de sabor, hábitos alimenticios y actividad cerebral, hizo otros, habló con los más enterados de la industria alimentaria y con gente que lucha contra los atracones.
Su teoría es que los alimentos "hipersabrosos", los que vienen cargados con grasa, azúcar y sal, estimulan los sentidos y ofrecen una recompensa que conduce a muchas personas a comer más para repetir la experiencia.
"Creo que cada vez hay más evidencia y lo que tenemos es bastante significativo", aseguró Kessler.
Lo llama hiperalimentación condicionada y a continuación aparece su explicación de cómo funciona. Cuando alguien consume las comidas azucaradas y grasosas que disfruta, estimula las endorfinas, hormonas cerebrales que señalan una experiencia placentera. Esas sustancias químicas nos estimulan a comer más de ese tipo de alimento, y también nos tranquilizan y nos hacen sentir bien.
El cerebro también libera dopamina, lo que nos motiva a buscar más de un alimento. Y hay señales que nos hacen volver a él, verlo, una calle llena de restaurantes conocidos, quizá una máquina expendedora que vende una chocolatina preferida. La comida se vuelve un hábito. No nos damos más cuenta de por qué estamos comiéndolo y por qué no podemos controlar nuestro apetito por él.
En cuanto el alimento se vuelve un hábito, podría dejar de ofrecer la misma satisfacción. Buscamos alimentos más ricos en grasa y azúcar para recuperar la emoción.
Kessler apunta a estos factores como causa de un aumento dramático en la cantidad de estadounidenses con exceso de peso durante las tres décadas anteriores.
Percepciones alternativas sobre los atracones
Adam Drewnowski, director del Centro de salud pública y nutrición de la Universidad de Washington no está convencido.
"Sí, nos gusta, sí, nos gusta comerlo, quizá nuestros cerebros se activen en respuesta a eso", asegura Drewnowski. "¿Somos adictos? No. ¿Tenemos que convertirlo en la base de nuestra ? No".
Drewnowski, qué está estudiando conexiones entre la pobreza y la obesidad, asevera que hay otros factores que están engordando a los estadounidenses. Su estudio más reciente, publicado en la edición de mayo de la Journal of the American Dietetic Association, examinó los hábitos alimenticios de 164 adultos de Seattle. La gente que cuenta con educación e ingresos superiores tuvo más probabilidades de consumir una dieta baja en calorías nutritiva y comprar comida más costosa, según el estudio.
"La gente obesa es la que no tiene dinero, no tiene educación, consume azúcar barata y grasa, y vive en vecindarios en donde el azúcar y la grasa baratos son las únicas cosas disponibles", asegura Drewnowski. "Decimos que deberían elegir mejor. Pero en esta sociedad, no tienen opción".
Kessler reconoce que esta teoría de cómo guía la biología los atracones no aplica para todos. Calcula que setenta millones de estadounidenses son susceptibles. Otros, dice, no responden a los estímulos de la misma manera, algo que los científicos no han podido explicar.
Nora Volkow, director del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los Institutos Nacionales de Salud ve similitudes entre situaciones que hacen que quienes abusan de los drogas y los que hacen que algunas personas pidan automáticamente palomitas de maíz cuando ven una película.
"Es el mismo mecanismo biológico", asegura Volkow, que estudia conexiones de dopamina con el abuso de drogas y la obesidad.
El instituto está estudiando la química cerebral para desarrollar estrategias para ayudar a la gente a controlar esos deseos de atracarse.
"La gente necesita aprender a controlar mejor los comportamientos de alimentación", aseguró Volkow. "Tenga en cuenta sus respuestas condicionadas. Se puede evitar esa actividad".
Para controlar sus hábitos alimenticios
Kessler considera que los "hipercomedores" condicionados pueden recuperar el control. También hace un llamado a la industria alimentaria a examinar de nuevo cómo fabrica y comercializa productos que cree que manipula el comportamiento de alimentación.
"Se ha vuelto bastante flagrante en general", dice. "Si miramos la mayoría de los aperitivos y los platos fuertes de los sitios donde comen los estadounidenses, simplemente están cargados y recubiertos de grasa, azúcar y sal. No es algo obvio".
Un vocero de la industria asegura que el libro de Kessler no refleja los esfuerzos por suministrar alimentos más nutritivos.
"Tiene los cables cruzados en cuanto al papel de la industria alimentaria", señaló Brian Kennedy, director de comunicaciones de la Grocery Manufacturers Association, una agremiación de empresas productoras de alimentos y bebidas. "Hemos oído a nuestros consumidores y legisladores fuerte y claro y le estamos dando a los consumidores más productos y opciones más saludables que nunca antes".
Kennedy señala otros factores que hacen que la gente aumente de peso, como la falta de .
La última vez que Kessler atacó una industria, como comisionado de la FDA, lucho sin éxito por darle a la agencia el poder para regular el tabaco y tuvo que ver con los esfuerzos para asegurar un arreglo con las tabacaleras para recuperar costos sanitarios. Con la comida, desee incrementar la concienciación sobre las señales que ponen a la gente en un círculo vicioso de atracones difícil de romper.
En lugar de ponerse a dieta simplemente, los "hipercomedores condicionados" necesitan cambiar la manera como se enfrentan a la comida, dice.
A continuación aparecen algunos consejos:
- Estructure su manera de comer, sepa cuándo y cómo va a comer. El plan ayuda a evitar las situaciones o comidas que desencadenan los atracones y establece nuevos patrones de alimentación para reemplazar los destructivos.
- Impóngase reglas, como no comer entre comidas. Si sabe que no va a comer algo, dice, su cerebro no se sentirá tan estimulado a empujarlo hacia ese alimento.
- Cambie la manera como piensa acerca de la comida. En lugar de mirar un plato enorme de papas fritas y pensar en lo bien que le hará sentirse, recomienda pensar que es el doble de la comida que realmente necesita y le hará sentirse mal. "Cuando reconoce que está siendo estimulado y bombardeado", según Kessler, "puede tomar medidas para protegerse".
- Aprenda a disfrutar alimentos que pueda controlar.
- Ensaye cómo responderá a las señales que suscitan sus atracones.